La selección de Brasil está en la final del fútbol de los Juegos Olímpicos de Tokio, contra la de España, sin sus grandes figuras, después de aventajar 4-1 en tanda de penales a México, con lo que llegó a su tercera final y segunda consecutiva en citas olímpicas, luego de asegurar oro en los de Río como local.
Sus más sobresalientes jugadores son de la categoría sub-24, porque Vinicius, Militão, Gabriel Jesús, Pedro, Rodrygo, Gérson, Renan Lodi o David Neres, como los tres más esperados Neymar, Alisson y Marquinhos, no fueron liberados por sus equipos para estos Juegos.
El técnico brasileño André Jardine se ha visto en la obligación de improvisar. Hasta tuvo que llamar al veterano Dani Alves, de 38 años, que asumió el papel de líder y capitán de un grupo con el que nunca había jugado antes. También llegaron de última hora otros dos veteranos, Diego Carlos, central del Sevilla, y Santos, portero del Athletico Paranaense, además de dos jóvenes que estaban con la absoluta en la Copa América, Richarlison, del Everton, y Douglas Luiz, del Aston Villa.
Jardine montó su equipo alrededor de ellos y de Bruno Guimarães, el único jugador que podría haber estado en la Copa América con Tite, pero priorizó los Juegos Olímpicos. El centrocapista del Lyon es el alma, la columna vertebral del elenco de Jardine.
Guimarães es el jugador de transición y de creatividad. De sus pies salen prácticamente todas las jugadas de ataque de la ‘Canarinha’ que juega en una variación entre 4-4-2 y 4-2-3-1, con un 11 que debe salir así contra Espana: Santos; Dani Alves, Diego Carlos, Nino y Guilherme Arana; Douglas Luiz, Bruno Guimarães, Antony y Claudinho; Richarlison y Matheus Cunha. ¡A ver que pasa!